viernes, 19 de enero de 2007

Cumplo tres añitos


Voy a cumplir tres añitos.

Es una casualidad que mi aniversario coincida casi, casi con el estreno de nuestra nueva casa, sólo un día antes.

Mamá y papá me cubren de besos, cariño y otros regalos cada día. Tal vez no se trate de los juguetes que a menudo imaginamos y que esperamos, como niños, impacientemente. Por que los niños somos la encarnación del amor y de la impaciencia. Amor incondicional en ambos sentidos: las miradas de nuestros mayores y los abrazos con que les correspondemos. Sus enfados y nuestras lágrimas. Sus lágrimas y nuestra perplejidad. Su perplejidad y nuestro intento de hacerla permanente... por no hablar de las noches en vela, que, en nuestra casita, son cosas de asamblea.

Me cubren de besos y me dicen muchas cosas bonitas. Me han hablado de la poesía y me han dicho que sobre mis mejillas el sol ha escrito sus mejores versos.... no sé si es muy cursi así que me toco la cara y me miro al espejo por si la tinta del cielo ha dejado algún rastro visible, porque no entiendo las metáforas. Soy pequeña aunque interpreto en el rostro de papá que algo muy hermoso le conmueve.

Mamá me enseña a leer. Con sus piernas me ha hecho un trono, me llama princesa, sirena mientras me ciñe una cálida tiara con la trenza de sus dedos, en mi pelo. Repasamos el cuento, los dragones y los elfos me aburren un poco así que mamá escoge otro, el de la cigarra y la hormiga ... me habla de la responsabilidad, sin soltarme, me abraza fuerte; la responsabilidad es una palabra difícil, mamá lo sabe y por eso recurre a las hormigas para que yo pueda entender que me tengo que hacer responsable aunque la palabra, todavía, se lea como un cuento. La hormiga es responsable y la cigarra quiere vivir del PER ... no sé que es, papá lo dice y se ríe.

El día 30 cumplo 3 añitos. No sé lo que es un año. Papá ha puesto tres manzanas en la mesa de la cocina para explicarle a Ignacio que nos movemos sobre un planeta, una manzana gigante que se mueve alrededor de un cazuela y que gira sin marearnos. A Ignacio le ha gustado el truco. A mí también. Aún no sé lo que es un año pero he aprendido un juego nuevo. Ignacio y yo llenamos la mesa de manzanas. Violeta se pone de puntillas y quiere ayudar. Es pequeña. La quiero y ni yo comprendo porque a veces quiero hacerle daño. Celos. Son tres añitos. Sólo. Mamá duerme ahora, no hay que hacer ruido. Mamá tiene que descansar porque somos tres hermanitos pequeños y su amor, inmenso.
Es mi cumpleaños. Se creen que no entiendo. Cuando sople las velas pediré aquel muñeco, el que hace gestos. Aunque sé que el mejor regalo no es cosa de un aniversario. Es como un río sin estiajes, ni crecidas; la constancia de este amor que tengo en mi familia. Se creen que no entiendo. Soy una muñeca con mucho sentimiento.